RELIGIÓN Y MUJER: LA INFLUENCIA DE LAS RELIGIONES EN LA SUMISIÓN DE LA MUJER – Mensaje 5

¿Y ENTONCES ¿QUÉ HACER?

Hay dos cosas a hacer. La primera se expone en este Post, la segunda en el próximo (Número 6).

Comprender que el hombre y la mujer son una creación cósmica, cuya unión en todos los sentidos (aunque aún imperfecta, porque estamos en el medio de un proceso evolutivo,) es esencial para el futuro de la Humanidad. Ninguno es más importante que el otro, y además, precisan ir juntos.

Es más: en ese texto, se discute más adelante algo fundamental: una cosa es ser hombre o ser mujer, como cuerpos físicos con sus estructuras sexuales específicas y otra es principio masculino y principio femenino.

En el transcurso del texto, percibiremos que el principio femenino está también en los hombres, y el masculino en las mujeres. Para entender el concepto de estos dos principios, es que escribimos el Capítulo 1 de este libro, titulado “Holística: Una nueva forma de comprender el mundo” Un estudio completo sobre Holística, puede ser consultado en Bonilla (3)..

En el texto mencionado anteriormente, se explica detalladamente, la naturaleza de estos principios, que rigen las leyes del Universo entero y que son mucho más amplios que la simple caracterización fisiológica de hombre y mujer. Para clarificar esto, designamos el principio masculino como principio auto-afirmativo, el Yang de los chinos, y el principio femenino como el principio integrativo, que éstos llaman de Yin. Ambos deben completarse, construyendo un par de opuestos complementarios. La evolución del ser humano implicó, que el principio auto-afirmativo, precisó desarrollarse primero, para defenderse individual y grupalmente del mundo hostil que lo rodeaba (clima, falta de alimentos, animales peligrosos, etc)

Pero los relojes cósmicos, hace un par de milenios, comenzaron a marcar en otra dirección: era necesario desarrollar el principio integrativo, que ya era practicado por grupos de personas más avanzadas, por ejemplo en las escuelas iniciáticas antiguas, una de las cuales se localizaba en las Pirámides de Egipto, hasta que llegó un punto en que algo mayor precisaba acontecer y ello aconteció a partir del año 30 de nuestra Era., cuando Jesús El Cristo, lo derramó a cielo abierto en la Palestina, y que Él llamó de Amor. Esta comprensión es fundamental.

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