EL SUEÑO MÁS ESCONDIDO QUE GUARDA EL CORAZÓN HUMANO
Pocas personas se han indagado acerca de un asunto de vital importancia: ¿existe una única forma obligatoria de ver el mundo, por ser la única real y verdadera o la “realidad” del mundo depende de la capacidad de percepción de aquél que la ve?
En realidad, la inmensa mayoría de las personas, mismo que sin razonar sobre el asunto, cree que “el mundo es así mismo”, lo que significa que siempre hubo ricos y pobres (y por lo tanto siempre habrá); que lo más importante es la astucia, tanto para burlar los otros como para no ser burlados por ellos; que si no fuese por los otros y por las circunstancias seríamos ricos, felices y llenos de poder; que el amor es para pajarillos, sólo el sexo interesa; que cuanto más aparento, mejor me siento; que nada se puede hacer para mejorar el mundo (ni mismo a nosotros), etc, etc.
Pero ¿esto no será apenas un hábito errado de vivir? ¿No serán estas, opiniones erradas acerca de la vida? ¿No serán estas, ideas preconcebidas que fueron absorbidas desde las lejanas épocas de la infancia y cada vez más se arraigan en forma más persistente en el interior de aquellas personas? ¿No estará, quien piensa así, actuando como un ciego negando la existencia de la luz, simplemente porque nadie le enseñó su realidad?
Es bueno que sepa desde ya que ese sentimiento de angustia, de ansiedad y de infelicidad, que hoy se esparce por el mundo entero, tiene como origen básico una visión unilateral, fija, cristalizada del universo, colocando el hombre como un grano de arena, indefenso y sometido a las fuerzas que lo rodean e impotente frente a las circunstancias que continuamente cambian los acontecimientos. La vida pasa a ser en esta conceptuación un caleidoscopio incomprensible y el hombre una simple marioneta o una hoja arrastrada por el viento, depositada en algún lugar por una ráfaga de azar.
En un esquema como este, ¿no sería lógico que el hombre aprovechase las cosas “buenas” o que le dieran placer, cuando ellas caen en sus manos, sin mirar las consecuencias que pueden traer para sí y para los que lo rodean? ¿Esto no justificaría hacer todo lo que fuese favorable para nosotros, mientras sea posible? ¿Esto no nos transforma, necesariamente, en “pecadores”?
¿Y por que nos aterrorizamos después con la ola de crímenes, asaltos y estupros que asola todo el planeta? ¿No está en la mente de la mayoría de las personas una acumulación de pensamientos y sentimientos de odio, rabia, envidia, codicia y mezquindad? Y si sumamos esos millones de pensamientos y sentimientos, juntándolos a otros de miedo, agresividad, celos y frustración, ¿cuál será el resultado final: felicidad o infelicidad?
Todavía, en muchos casos los órganos de comunicación de masas (diarios, revistas, radios, TVs), en lugar de educar, estimulando la perfección emocional y espiritual de las personas, tienen un participación deprimente en el proceso, aguzando las mentes hambrientas, con noticias y fotos espectaculares de masacres, muertes, robos y venganzas terribles; deturpando las mentes con mensajes consumistas, que repetidas incesantemente, terminan por obligar las personas a comprar productos generalmente superfluos; colocando en la mente de las nuevas generaciones ideas erradas sobre honestidad, moral verdadera, comportamiento social educado y sobretodo por estimular un modelo de vida caracterizado por una fuerte egolatría y falta total de respeto por los otros. (CONTINÚA EN EL PRÓXIMO MENSAJE 14)